Uno de los aspectos más delicados de
realizar por parte de quienes coordinan actividades comunitarias, lo constituye
la corrección fraterna, que a diferencia de la que se hace en el ámbito del
trabajo, tiene unas exigencias que no siempre tomamos en cuenta y que en
consecuencia terminamos afectando la moral y la autoestima de las personas y a
la comunidad misma.
Mateo 18, 15 al 17.:
1"Si tu hermano llega a pecar,
vete y repréndele, a solas tu con él. Si te escucha habrías ganado a tu
hermano. 2 Si no te escucha toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto
quede sanjado por la palabra de dos o tres testigos. 3.-Si les desoye a ellos,
díselo a la comunidad. Y si hasta la comunidad desoye, sea para ti como el
gentil y el publicano"
1. Se parte del pecado visible o
percibido por una o varias personas. Quienes observan o conocen la situación de
pecado en la que se encuentra un hermano o hermana, deben buscar la manera de
hacer caer en cuenta del error a quien está pecando. Para ello es preciso
hacerse consciente que de la manera que emplees para corregir a esa persona,
dependerá que ella acepte la corrección y eventualmente modifique su
comportamiento. Tenemos la obligación de conciencia de hacer caer en cuenta al
otro de su error.
La corrección debe hacerse a solas con quien queremos ayudar
corrigiéndolo. Y se hace a solas para no someterlo a escarnio público ni
humillarlo frente a su falta. Se entiende que la manera de orientarlo debe ser
con palabras sencillas pero claras, que le muestren el porqué de su conducta
inadecuada. Haciéndole notar que entendemos su caída pero que lo animamos a
superar su dificultad corrigiendo aquello en lo que esta fallando. En una
Pequeña Comunidad el Coordinador Responsable debe hacer esto en un momento
diferente a la reunión de todos los miembros o Asamblea.
Lograr la escucha de quien es
corregido abre la posibilidad del éxito en el propósito de la corrección, y así
mismo facilita el cambio de comportamiento del mismo.
2.- Cuando no somos escuchados al
intentar la corrección fraterna, la Palabra nos indica que podemos hacernos
acompañar de una o dos personas más de la Comunidad, para intentar una mejor
recepción de la ayuda que estamos ofreciendo y al mismo tiempo, dejar evidencia
a través de los testigos del propósito y forma como se busca hacer la orientación.
Aclara la Palabra, que
"si les desoye a ellos, díselo a la comunidad". No antes de que esto
ocurra. Hacer una corrección de un pecado o un mal comportamiento frente a toda
la comunidad, es exponer a quien esta en el error a una expiación dura e
inconveniente, pues no se trata de hacerle un juicio público a quien peca. Eso
no nos corresponde a nosotros. Adicionalmente representa una humillación y
puede dejar a la persona en un estado de depresión o de rebeldía que no
facilita el cambio de conducta a un comportamiento adecuado.
3.- Finalmente, la Palabra nos dice que si "hasta la comunidad
desoye, sea para tí como el gentil y el publicano" haciendo referencia a
la relación con personas "impuras" con las que judíos piadosos no
podían tratar. Es decir, apartarnos un poco de estas personas mientras
encontramos otras maneras de ayudarlo a comprender y aceptar su error. En lo
posible no debemos abandonar nuestra disposición para ayudar en la dificultad a
quien ha caído. Es como una oveja de nuestro redil que no debemos dejar que se
pierda.
LA ACTITUD CORRECTA
En el libro del Eclesiástico 20, 1 al 3, se nos dice:
"Hay reprensión inoportuna, y hay quien calla por prudencia.
¡Cuanto mejor reprender que estar airado! El que confiesa su culpa evita la
pena".
Y en el capítulo 21 del mismo libro, versículo 6, aclara:
"El que odia la reprensión sigue las huellas del pecador, el que
teme al Señor se convierte en su corazón".
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